Nar: Nara, nunca te lo he dicho; te quiero.
Nara: Creo que no voy contestar…
Nar: ¿Por? ¿He dicho algo malo?
Nara: No, pero no sé si lo dices por vacilar, por hacer un experimento sociológico como los que haces siempre, o porque en realidad lo piensas, bueno, lo sientes.
Nar: Bueno, es cierto que de precipitado puede parecer de coña, pero yo te lo digo, luego interpreta lo que quieras. Creo que lo mejor de un “te quiero” a veces es la duda. Porque cuando ya está todo dicho un “te quiero” parece que sólo dice “estoy a gusto contigo”. Y los “te quiero” vírgenes, son los que valen, los que no se saben que dicen, que expresan.
Nara: Bueno, pues yo por si acaso déjame decirte que estoy a gusto contigo…