¿Con qué imagen te quedaste de mí?
¿Con qué imagen?
Sí. Con que cara me has recordado
últimamente o con cual te gusta recordarme.
Cuando duermes.
¿Cuándo duermo? ¿Con lo bonitos que
son mis ojos?
Sí. A pesar de tus ojos y tu sonrisa, cierto. Porque el primer día
que te conocí, te besé y me tuve que ir. Pero la primera vez que dormí a tu
lado me pasó algo muy curioso.
¿Qué?
Me desperté a mitad de la noche, me vi extraño en una cama que no
era la mía. Pero tú estabas a mi lado. Te vi la cara, suave, calmada,
tranquila. Cuando ni tú ni yo nos callamos debajo del agua, cuando eres puro
nervio, esa chica tan inquieta y ambiciosa, de repente te vi relajada. Podía
ver por tu placidez que estabas soñando siendo una niña. Te vi segura, te
admiré, y sin decirte nada me enamoré de ti.
Vaya, no esperaba algo así.
Pues sí, lo hice mientras dormías. Y yo quería contártelo pero no
te iba a despertar y me dije, guárdate este momento para ti. Y por eso cada
noche que me despertaba a media noche me enamoraba un poco más de ti.
Por eso una de las primeras noches
me dijiste que tenías miedo.
Por eso tenía miedo. Porque sin que tú hicieras nada, así me hacías
sentir.