21 de mayo de 2011

Amor secreto de Verdad (Parte I)

Cerré los ojos. Su boca tampoco tenía edad

Debo confesar que en un comienzo parte de la atracción que tuve por ella era el reflejo de mi juventud por el contraste con su vejez. En sus ojos de pasado yo me vi joven desde el futuro de mi vejez, comida para la vanidad de mi presente. 
Pero algo más, algo mucho más importante sucedió en su mirada. 
En esa mirada llena de deseo, de delectación lujuriosa y encendida aprendí a salirme de mí, a mirarme desde ella. Y aún más importante: en el transito infinito entre mis ojos y sus ojos observé el juego de miradas que alimentaron las pasiones de su juventud; miradas de señores mayores que a su vez, siendo niños y jóvenes habían sentido el deseo y el placer de ser mirados por jóvenes de otras épocas. Gigantesco foro visual, caja mágica de resonancia de todas las existencias unidas por el deseo.
En el universo de esas miradas, en la dimensión exclusiva de ese tránsito infinito estábamos ella y yo, ella y yo, congelados en un devenir donde el tiempo no tenía cabida. 




Y así comprendí su secreto...




Continuará.

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