No es porque seas
preciosa, ni porque apenas creas en el amor. Tampoco es porque al cruzar las
manos tus dedos siempre sobresalgan sobre los míos.
No es por tu mirada
constante, ni por tus ganas de cambiar el mundo. Tampoco por la puerta al cielo
que tiene tu sonrisa algunos lunes.
No es porque hagas
volar nubes cuando te aviso de mis tormentas, ni porque dibujes mi hoyuelo
izquierdo cada vez que te hablo de guerras sin tregua.
De verdad, te lo
juro, tampoco es porque entiendas de "pe" a "pa" todas y
cada una de mis expresiones, ni porque te partas de risa con mi risa, ni porque
andes como una princesa, ni porque habites en el mundo como una reina.
No es porque en la
cama bailes como nadie, no es porque te muevas como una serpiente en la vida,
no es porque tus películas sean mis historias, no es porque tus lágrimas sean
mis ganas de matar, ni tampoco porque tu ombligo sea la llave a los días de
verano.
Es por la magia, por
el ruido, por las interferencias. Es por la complicidad, por los besos en la
nariz, por el invierno. Es pura y sinceramente porque eres la única persona por
la que yo renunciaría al resto.